Aunque esté lejos, una madre siempre se siente cerca.

🔮 Han sido tiempos difíciles y muchos se han mantenido -o se mantienen- separados de sus madres. No es fácil no tenerlas cerca, disfrutar de su compañía, de sus abrazos… Sin embargo, su afecto nos arropa de manera inconfundible cada segundo.

🔮 Los altibajos de la vida en ocasiones pueden ser como montañas rusas, y en ese viaje es muy común que una madre tenga que asumir que sus hijos están lejos, lejos de casa, lejos de ese espacio donde los abrazos son posibles y los encuentros una posibilidad frecuente. En los tiempos de pausa es necesario ese contacto físico, que, como el agua o el alimento, es tan básico para el ser humano.

🔮 Las madres han aceptado desde bien temprano que los hijos nacen con alas invisibles y que es responsabilidad de una procurar que crezcan fuertes y valientes para que el día menos pensado, vuelen alto… Aunque ese vuelo les lleve lejos de ellas. Porque es ley de vida que aquello que se cría y se educa tenga voz propia para conquistar el mundo a su manera, de la manera que se quiera.

🔮 Así, cuando una madre hace frente al nido vacío no tarda en llenarlo de ocupaciones y nuevos planes. También a ella le duele ese salto y la distancia, pero lo entiende, lo respeta. Porque saber estar sin estar también va de eso, de apoyar en la distancia, de decir “te quiero» en mensajes de WhatsApp, acompañados de muchos emoticonos, de charlas en videollamadas a media tarde y después del trabajo.

🔮 Ellas saben que ya no queda nada, que los días de los abrazos interminables están a la vuelta de la esquina. Ellas que siempre nos sonríen a pesar de las tormentas, son la luz que siempre nos guían de vuelta a casa… Fuente: Valeria Sabater. La mente es maravillosa.

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