Antes de entrar a tu casa hoy… haz esto…

Detente un segundo.

No entres con la prisa, ni con el cansancio, ni con la rabia del día.

Coloca tu mano en la puerta.Respira.

Ese gesto… tan simple, puede cambiarlo todo.

Pídele a tu alma que deje afuera todo lo que no debe entrar con ella:

la queja, el juicio, el estrés, la carga que ya pesa demasiado.

Tu casa no necesita esa energía.

Hoy, tu hogar necesita tu presencia, no tu peso.

Que entre tu calma. Tu gratitud. Tu decisión de soltar.

Antes de cruzar la puerta, honra el lugar que te sostiene.

Y repite esta oración, como un acto sagrado:

“Bendigo este umbral.

Que al entrar a mi hogar, entre también la paz.

Que cada paso que dé, deje atrás lo que ya no necesito.

Que mi palabra edifique, que mi silencio sane,

y que mi energía aporte luz a este espacio sagrado.

Que este hogar me reciba con amor…

y me transforme con su calma.

Que mi alma llegue también a casa.”

Amén. Hecho está.

Si esta oración resonó contigo,

si hoy decides soltar antes de entrar,

escribe en los comentarios:

Entro liviano.

Y que esas dos palabras sean tu ofrenda para la noche que comienza.

Que esta noche te abrace la calma…

y que mañana te reciba el alma más liviana.

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